viernes, 13 de diciembre de 2013

Filiberta Nevado Templos, hablante de náhuatl



 El poblado de Zacacuautla ya tiene una hablante en lengua náhuatl. El sábado 23 de noviembre en Tulancingo, estado de Hidalgo, se entregaron  constancias  a una nueva generación de hablantes en lengua náhuatl.  Filiberta Nevado Templos, Fili, fue una de las convocadas junto con niños(as) y jóvenes de esta región hidalguense que también se expresan en tepehua y otomí. Dicha Constancia no es como algunos certificados de licenciatura, maestría o doctorado que por unos pesos se adquieren en Santo Domingo; es una Constancia ganada a pulso en el diario bregar por entender los mecanismos, los fonemas, la grafía de la lengua dominante en el México antiguo y que hoy, al lado de estos nuevos hablantes, un grupo de poetas, narradores, ensayistas, crean una novedosa literatura y expresan  deseos, afanes y esperanzas en náhuatl.

En una ceremonia por demás emotiva, el profesor Jacinto Cruz H., Director estatal de lenguas indígenas, reconoció el esfuerzo de esta mayoría de jóvenes en su labor de promoción de la lengua mexica que, al lado de las familias lingüísticas  ñahñú y  tepehua, se hablan en la zona hidalguense. Reconoció que la enseñanza de esta lengua  es una labor compleja por la diversidad de variantes lingüísticas que dificulta el entendimiento con Huejutla, Sierra Alta, Acaxochitlán, por dar nos ejemplos; el propio ñahñú de la zona tiene cuatro variantes. Ello también es una muestra de la enorme riqueza cultural y lingüística de Hidalgo. Por desgracia, señaló, no  se logra unificar a los diversos grupos lingüísticos, lo cual  propiciaría la unificación de las lenguas náhuatl y del ñahñú. En esta región náhuatl-otomí-tepehua, señaló, somos diversidad y coexistimos con identidades, valores, visiones del mundo que  amplían la enorme riqueza tangible e intangible del estado.

El profesor Jacinto Cruz dijo que la presencia de jóvenes mujeres, de niños y niñas expresa el gran amor por esta lengua indígena. Ante la omnipresencia de la cultura occidental en nuestra forma de actuar, pensar, hablar, nos hemos olvidado de conocer la lengua de nuestros antepasados y también olvidamos conocer nuestras raíces. A pesar de ello, señaló, hacemos nuestra labor en la enseñanza de las lenguas originarias; por ejemplo, desde la ciudad de México vienen a nuestros cursos; ocho personas de Guanajuato acuden al Valle del Mezquital al aprendizaje del ñahñú; aproximadamente hay 1,400 alumnos en Hidalgo aprendiendo  ñahñú, tepehua, náhuatl. Jacinto Cruz habló de la certificación de estas alumnas (os) como intérpretes orales en lengua náhuatl, sobre todo en cuestiones judiciales y en atención a individuos o comunidades. Destacó el profesor Cruz la importancia en Hidalgo de la Ley de Derechos y Cultura indígena que propicia la comunicación en los idiomas nativos, ya sea de manera oral o escrita. El presidente municipal, o cualquier autoridad, debe atender en la propia lengua del hablante y comprender que son lenguas nacionales con similares derechos que el español. 

Por su parte, el profesor Epigmenio Galindo Cerón, titular de la enseñanza del náhuatl en la zona, se presentó en esta lengua con “el corazón, la palabra y el pensamiento”. Señaló la importancia de cursos en el municipio de Acaxochitlán con cuatro variantes lingüísticas del náhuatl y cómo la esencia del idioma es fundamental en el desarrollo de nuestra riqueza cultural. El profesor Galindo tiene un envidiable récord con 38 años como enseñante del náhuatl. Actualmente, es perito traductor en el poder judicial y también colabora en el DIF; ha presentado ponencias en la ONU en lengua náhuatl;  comentó que la enseñanza de este idioma conlleva un abanico de conocimientos culturales en terrenos de las ciencias, las matemáticas, las humanidades. Exhortó a sus alumnas: “no se avergüencen de sus orígenes, de su lengua, de sus valores. Ustedes serán maestros, traductores, intérpretes; hoy la gran fortaleza de México son sus maestros”.

En el México contemporáneo con unos cien millones de habitantes es significativo el aprendizaje de una segunda lengua; somos un país monolingüe pues solo hablamos español y en nuestras universidades un pequeño segmento estudiantil aprende inglés, francés, alemán, pero no lenguas autóctonas. Esta es una enorme paradoja: en instituciones públicas como la UNAM o la UAM debería ser una exigencia el aprendizaje del tzeltal, del náhuatl, del tojolabal; al negar estas instituciones la enseñanza de lenguas autóctonas entonces la labor, por ejemplo, del Grupo Interdisciplinario de Arte, GIA, con sede en Tulancingo, cobra una importancia fundamental pues realizan actividades propias o naturales de instituciones público-estatales.

El caso particular de Filiberta Nevado Templos cobra también un significado especial pues Fili ya era en su  juventud plenamente urbana pues trabajó y tuvo un especial desarrollo en la ciudad de México como líder en la Secretaría de Salud y se nutrió de una educación en la tradición occidental y en un medio con cultura, valores, pensamientos, idioma, diferente a una cultura campesina, no propiamente indígena. Fueron muchos años de  Fili en una ciudad que la absorbió, la penetró en comportamientos, modos, humores y que pudo enajenarla, como a tantos millones, en el fárrago cotidiano, en una vida sin sentido y con mínimas posibilidades de alcanzar cierta plenitud como ser humano. Fili quemó sus naves y emprendió el regreso no a Ítaca sino al territorio natal, Zacacuautla Hidalgo. Fue una decisión audaz de quien, suponemos, ya había asimilado códigos, señales, claves para vivir y sufrir en la amada y odiada ciudad de México. Fili, acorde a una de las tesis de la revista Estrategia, inicia un proceso de recampesinización que la obliga, de cierta manera, a desaprender formas de comportamiento citadinas y reaprender hábitos, costumbres y toda una cultura campesina cuyo vínculo primordial es con la tierra, con los animales, las cosechas de temporal, los periodos de lluvia y de  sequía. Ese tránsito debe haber sido doloroso.

La apuesta de Fili no terminó con una inserción pasiva al universo campesino. De entrada, se involucró en la defensa de bosque y  manantial de su poblado. Una banda de talamontes destruía y destruye  el  maravilloso bosque que provee de frescura y murmullos, que  abriga a aves y especies de la región y que es el sustento primordial de agua del pueblo está siendo arrasado. Cedros blancos, milenarias meliáceas de hasta 30 metros de altura, madera con tonos rojizos y muy aromática, son talados sin misericordia y con la complicidad del Estado y Semarnat hidalguenses. El enfrentamiento con los bandoleros fue inevitable y, con ello, las agresiones, las amenazas, la inseguridad, el encarcelamiento, la vida en un hilo. La recampesinización no fue la vuelta al edén sino a la lucha por salvar bosque y manantial; es decir, la vida del poblado llamado Zacacuautla. A cambio de agresividad y temor ante amenazas de los talamontes, Fili encontró un ambiente de solidaridad y compañerismo en el poblado, sobre todo de mujeres, firmes en la primera línea, y también de varones que la han acompañado en variados trances.


 En ese medio, vida rural-campesina y ya con modalidades urbanas, la existencia de Fili se  trastoca por la violencia imperante en todo México en general y la de Zacacuautla en particular pues están latentes las amenazas de caciques, talamontes y aun de secuestradores que operan en medio del caos prevaleciente. Recientemente fue detenida una banda  en Acaxochitlán que, mediante secuestro exprés, pedían rescate de sus víctimas; al jefe se le vio rondar en zonas cercanas a Zacacuautla y en la misma población. Señala el escritor Sergio González Rodríguez “Cuando se registra una amenaza integral, el pasado se agudiza, ya que disgrega el sentido de lo inmediato y absorbe el porvenir”, ello no inhibe a quien vincula su destino, incorporando pasado-presente-porvenir, al lado de humilladas y ofendidos que mantiene su apuesta por la vida, con riesgo de  muerte, en la defensa de bosque y manantial.

Ahora, con una segunda lengua que sigue aprendiendo, Fili transita de campesina a sus orígenes indígenas pues hablar las lenguas indias implica penetrar en una cultura, en valores, una forma de pensamiento y en una cosmovisión del mundo diametralmente opuesta a la visión occidental. Dice Carlos Zolla: “La cosmovisión indígena tiene un claro origen agrícola; en ella el medio ambiente (el territorio real y simbólico) es un factor fundamental… en el que no existe una separación entre naturaleza y cultura, orden natural y orden social, individuo y sociedad”. Ese es un reto mayúsculo de quien hija de campesina –habiendo transitado variados universos urbano-campesino-hablante indígena- se aproxima, o ya está inmersa, en el horizonte del México profundo.

Ezequiel Maldonado L., profesor-investigador UAM, Azcapotzalco.