lunes, 8 de abril de 2013

Las trabajadoras sexuales de San Pablo en la ENAH



Por Ezequiel Maldonado[1]
                                                        

   


Los nadies, los ningunos, los ninguneados
no hablan idiomas sino dialectos,
no hacen arte sino artesanía…
                    Los nadies que cuestan menos
                                       que la bala que los mata… 
                          No figuran en la historia universal, 
            sino en la crónica roja de la prensa local…
                                          
Eduardo Galeano






 Ha sido un auténtico día festivo este 8 de marzo ver a las trabajadoras sexuales muy alejadas de su lugar de trabajo, San Pablo,  zona de La Merced y, sobre todo, en un espacio universitario: la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la ENAH.  ¿Qué hacían las más de 100 trabajadoras sexuales en horas de trabajo en un espacio académico? ¿Cuál fue la convocatoria que operó este milagro? La  sorpresa fue ver en el estrado, sitio privilegiado para académicos e investigadores del SNI,  a Norma Hernández, trabajadora sexual de la Merced denunciando las razias, los operativos moralinos de la policía del DDF que las trasladan cotidianamente a La Vaquita y que, en el trayecto, son manoseadas, las desnudan, violan y ejercen todo tipo de vejaciones en el tránsito, no sólo por ser mujeres indefensas mediante constantes operativos sino por el agravio de ser prostitutas. En una de estas razias, una de las mujeres abogó por  su libertad para ver a su familia; la petición provocó burla, escarnio y más vejaciones; una de sus hijas murió. ¿Hubo  justicia, castigo, por el agravio? No. Hubo prepotencia e impunidad de la supuesta ley y orden, o viceversa. En otro agravio, una trabajadora sexual se cortó las venas; fue nota roja que provocó morbo y sensacionalismo. ¿A quién demonios le importa una ninguneada?

            Norma recordó en homenaje a Gloria León, Ana María Casimiro, Angélica Flores y a Fernando Jaime como precursores de lo que hoy es su organización. Recordó también los asesinatos de dos jóvenes y los constantes operativos y abusos policiacos. Hubo un Foro de denuncia, ante los asesinatos y la respuesta fue el incremento de operativos policiacos, con mayor saña e impunidad. Hubo  denuncias en los periódicos y varias marchas denunciando la violencia policiaca lo que provocó mayores operativos e intimidación ante nuestra  sublevación o la pérdida de la “gallina de los huevos de oro”. No pretendíamos adueñarnos de las calles solamente que frenaran los abusos y extorsiones cotidianas. ¿Qué hacer, nos preguntamos? Fomentamos el estudio, nos preparamos e incentivamos cursos por la salud, la nuestra y la de nuestros clientes. Planeamos cursos y búsquedas de alternativas. Ante el SIDA promovemos el uso del condón por el bien nuestro y de los hombres. “Delincuencia organizada y madrotas”, fueron los calificativos que recibimos, pero no claudicaremos. Este 8 de marzo es un homenaje a las compañeras que ya no están con nosotras. Por ello, defenderemos nuestros derechos.

            Edith comentó el avance en los diversos cursos educativos y señaló su  origen rural; “somos de pueblos” dijo, en referencia a una triple complejidad, su condición campesina, mujer y prostituta. Agradeció a Casa Talavera donde se imparten cursos de primaria y secundaria, dibujo, primeros auxilios, foto y video, y se aprende que la violencia no es natural. Sin embargo, hay profesores que se exasperan y les llaman “duras de cabeza”, ante la lentitud del aprendizaje. En su testimonio, Edith resaltó las ofrendas de muertos, las mañanitas a la Guadalupana, el festejo del 8 de marzo, día internacional de la mujer. Agradeció al maestro Alberto Híjar  solidaridad y presencia en su lucha.

La joven Gloria,  25 años, señaló que su vida no ha sido nada fácil: violaciones, maltratos, burlas en el trabajo sexual. Hoy considera que la violencia no es natural, menos en la familia y en autoridades, que deberían proteger la legalidad. La pobreza e ignorancia se nos presentan como si fuese nuestro destino. El sufrimiento ha sido doble, en nuestro pueblo y en la ciudad de México. ¿Si no te metes de puta en que se puede trabajar?, interroga. Nos educaron para ser sumisas, en un mundo donde el hombre es un borracho o padrote y la mujer siempre trabajando. Esta generación somos una especie de conejillas de indias, por vez primera nos estamos educando. No somos asociación civil y, por ello, nos dicen que no tenemos personalidad jurídica. Hemos elaborado un reglamento de 26 puntos, compromisos y acuerdos: no consumir drogas ni alcohol, asistir a la escuela, no admitir a menores de edad, realizar el análisis del VIH en forma  periódica, apoyo y solidaridad mutua en la calle, entre otros puntos.

            Susana González es la maestra que imparte artes visuales y cursos de dibujo; sus objetivos son desarrollar capacidades de observación, imaginación y un proceso de sensibilizar a las trabajadoras sexuales. Señaló varios logros: confianza mutua, comunicación, solidaridad, creatividad; hay talento, compromiso y constancia, con ellas y su familia. Encontró una abierta actitud ante la belleza, la  bondad, la justicia. Los cursos han impulsado una plena relajación y diversión, sin angustia, lo que ha derivado en el florecimiento de sus habilidades creativas en la soltura del trazo que impone el dibujo.

            La maestra Concepción Álvarez dijo: un elemento que se valora y significa es la resistencia cotidiana como patrimonio de la experiencia femenina; en este tiempo repetitivo y casi natural se empiezan a encontrar las señales de su opuesto, del cambio, de la acción femenina con dirección y sentido, cuando la vida cotidiana se empieza a entender no sólo como forma de expresión. En seguida se refirió a la doble moral del sistema y a la ubicación social del comercio sexual como no trabajo. Sobre la doble moral señaló: el intercambio sexual gratuito o comercial fuera del matrimonio degrada exclusivamente a las mujeres; los hombres no corren el riesgo de afectar su reputación, todo lo contrario: el no ser estigmatizados por su actividad sexual se vincula con la libertad que poseen como sujetos; en la otra vereda, los conflictos que surgen en relación con el uso del cuerpo femenino están vinculados al estatuto de mujeres, sólo que éstas no son sujetos, sino objetos.

            Sobre el trabajo sexual señaló: El trabajo pagado es un primer paso para la autonomía de las mujeres, su independencia económica es fundamental; permite un paso decisivo hacia la autovaloración, de ahí surge una contradicción: que este dinero, producto de su labor, se encuentre controlado, retenido, explotado por otro. Es fundamental que la actividad sexual deje de verse como un estigma personal y se contemple en una perspectiva más amplia, que supere la visión desvalorizada que pesa sobre las trabajadoras de sexo. En la medida de su organización por derechos elementales –la educación, su libre determinación y su trabajo- redefinan los términos simbólicos desde la revaloración de su actividad.

            Alberto Híjar habló del padrotismo intelectual en denuncia a quienes realizan encuestas, informes perversos y se ocupan de los más explotados, para prostituirlos mejor. En contraste, dijo, hay una necesidad de establecer la dialéctica de la transformación del investigador, en referencia a Álvaro Angoa que usó cámara, grabadora y memoria en su vínculo solidario con las trabajadoras. Señaló a la zona de La Merced como un espacio territorial con un poder diseminado de las trabajadoras de San Pablo que construyen los sujetos que han estado cercanos. Somos otra cosa, afirmó, han cambiado nuestro autoritarismo, la estúpida moral cristiana para establecer relaciones dialécticas. La frase “ni yo me oculto ni tú me espías” devela la relación solidaria y el intercambio en la igualdad de condiciones sociales, construye humanidad. En este día internacional, señaló, hay que poner en evidencia, en crisis las perversas relaciones sociales: acudir a  las microhistorias, a la vida cotidiana, al claro oscuro de las calles mercedarias.

            Al final de este emotivo festejo, Se develó una excelente exposición de  fotos, en la media luna de la ENAH, que muestran el trabajo en la calle, testimonios de la vida cotidiana de las trabajadoras sexuales; en esta presentación se ofrecieron trabajos tanto de fotógrafos solidarios como de las propias trabajadoras que utilizan la cámara no sólo como expresión de sus actividades sino como denuncia-creativa que llena sus días. Al final, pudimos observar a varias trabajadoras embozadas con una capucha y  lentes negros que ocultan/develan una identidad; nos preguntamos para qué; son tan jóvenes que nadie negaría su condición de estudiantes de la ENAH.
 

[1] Profesor-investigador de la UAM, Azcapotzalco, Departamento Humanidades.

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