Alberto Híjar
Serrano
Mientras peor mejor, solía decir Judith Reyes entre cantada
y reportaje de los actos contestatarios que apoyaba. Quiere esto significar la
coyuntura inocultable y feroz del Estado contra los trabajadores organizados.
Visto desde el Consejo Coordinador Empresarial y sus eficientes representantes
en las Cámaras, las reformas laborales legalizan la arbitrariedad patronal y al
dejar en la indefensión a los trabajadores facilitan negocios, inversiones y
abusos impunes de la fuerza de trabajo disponible en demasía. Desde la primera firma
en los formularios de contratación si los hay, los nuevos trabajadores
renuncian a sus derechos históricos. No hay de otra porque así tengan paciencia
y recursos para sostener un pleito legal, al fin el Estado gana con todo su
poder. Así ocurrió con Ruta 100 en los setenta y ochenta, así ocurre con los
mineros y los electricistas dignos por resistirse a cobrar su liquidación sin
más. La Suprema Corte de Justicia es la última instancia que sabe de
procedimientos hasta el punto de la elaboración de dictámenes por quienes gozan
de enormes sueldos y sobresueldos a cambio de ajustar las leyes a los intereses
de Estado. El fondo profundo no les importa a cambio de instalarse en la
superficie retórica de los pleitos y hasta descubrir en las figuras escritas los
resquicios para fundamentar sus dictámenes. Cinco magistrados resuelven lo que
cuesta años de movilizaciones, represiones, cárceles, carencias hogareñas de
las victimas, 16 mil 499 damnificados que viven al día con las chambitas que
van consiguiendo. El compañero Cutberto que alternaba sus deberes laborales con
organización para tender líneas eléctricas en los Caracoles zapatistas, se daba
tiempo para viajar a Cuba y aprender de congresos y cursos, hizo videos sobre
la lucha del SME, perdió el taxi que le permitió sobrevivir por un tiempo y la
pasa mal. Como él, otros 16 mil.
El
problema es que el Estado agravado con el PRI en el poder y el pacto con los
partidos corruptos, maneja bien la vieja estrategia del bueno, el malo y el
feo. El bueno es el Secretario de Gobernación no siempre disponible para la
mesa de diálogo y negociación, el malo es el aparato jurídico que determina en
contra de poquito a poquito hasta el golpe definitivo e inapelable y el feo es
el que insulta y agrede como lo hizo el barbaján Javier Lozano con apoyo del
Diario Milenio y sus extensiones televisuales y radiofónicas, las mismas que
ahora inculpan al SME del bombazo en PEMEX. Lo grave es que toda esta masa
ignominiosa convenció a la dirigencia del SME de reducir las movilizaciones y
desalentar las solidaridades de usuarios y organizaciones fraternas para en
cambio cabildear con diputados y senadores como Barttlet, el principal crítico
del priísmo, a cambio de seguir como senador o lo que sea en las nóminas de
Estado. A la larga, esta táctica resulta suicida porque culmina fatalmente en
la derrota legal sin respuesta masiva y creciente. Sólo queda esperar las
migajas y ya se ofrece un pago extra además de las liquidaciones.
El
gobierno del D.F. cumple con su papel de izquierda falsa. Prometió contratación
sobre todo a raíz de las frecuentes explosiones de las instalaciones eléctricas
subterráneas y sin mantenimiento en el Centro Histórico. Es grave que desde
dentro de las asambleas no surjan una o varias cooperativas de servicios
variados independientes del control del Estado. No aprendemos: Ruta 100 peleó y
sufrió en medio de corrupciones y traiciones pero logró mantener concesiones
del transporte público.
Finalmente, hay un patrimonio histórico sindical desatendido. El
edificio histórico del SME cumplió 70 años en pleno conflicto y el centenario
del arquitecto Enrique Yáñez solo fue celebrado por el INBA con una exposición.
Su tesis profesional escrita con tinta morada y con las heliográficas azules de
los planos del SME, fue su tesis profesional y luego el proyecto ganador del
edificio en Antonio Caso con gran auditorio, salones para talleres,
dispensario, club, biblioteca y el mural “Retrato de la burguesía” coordinado
por Siqueiros y el equipo de combatientes y refugiados de la Republica
Española. La dirección del SME ha ignorado esta historia, la de Magda Montoya
documentada recientemente por Patricia Aulestia como la maestra fundadora de la
danza moderna en México con un taller en el SME a la par del director de teatro
Seki Sano perseguido por el gobierno yanqui, formador de toda una tendencia
realista en México. Sin memoria, sin impulso a la solidaridad interna a cambio
de apoyos internacionalistas en el papel, sin proyectos productivos viables, no
queda sino asumir una derrota grave.
1 febrero 2013
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