lunes, 18 de febrero de 2013

LA JUSTICIA Y LOS CACIQUES





Alberto Híjar Serrano

Hasta la Plaza México llegó el domingo 17 la ola expansiva de la corrupción de las leyes. Chucho Morales que fuera novillero ejemplar y luego atinado peón y su asesor, matador en retiro con muchos años de acompañar al Señor Juez, parecían enloquecidos: dos orejas al rejoneador Hermoso quien mató tan mal que descordó al toro como prueba de lo trasero del segundo espadazo. El Juez concedió una oreja, el prepotente rejoneador se paró retador en el centro del ruedo y obtuvo la segunda entre los chiflidos de los taurinos. Con Talavantes fue peor porque luego de pinchar le concedió una oreja de la que el valiente e imaginativo torero no se enteró por lo que le otorgó la otra y ¡el rabo! entre protestas tales, que el torero lo dejó en las manos del alguacil. Fermín Spínola banderilleó espectacularmente luego de unos buenos lances de recibo y un lucido quite. El tercer par de su segundo toro fue el mejor porque la fuerte embestida lo obligó a ganarle la cara y gallear, es decir, burlar la cornada para quedar colocado y clavar con un cambio perfecto. La faena sin tanto ensimismo ni ahogo de las embestidas como la de Talavantes, exprimió toda la escasa bravura quedándose quieto, ligando un muletazo con el siguiente a base de aguante, intercalando adornos atinados y rematando con una estocada suficiente y en buen sitio. Lo mejor de la tarde, pero el increíble Señor Juez sólo concedió una oreja. Los españoles fueron sacados a hombros, los mexicanos fueron despedidos con discretos aplausos incluyendo al joven Víctor Mora que hizo lo que pudo y lo hizo bien.
            Mejor historia de vida para un juez de plaza que la de Chucho Morales no puede haber. Pero el impacto de la plaza llena con 40 mil espectadores y las presiones de un empresario sin más control que su arbitrariedad y los intereses de Miguelito Alemán, tercero de la dinastía, achicaron al Señor Juez. Tal cual como en la Suprema Corte y en los juzgados de Hidalgo donde los caciques ya no son de horca y cuchillo, sino de escoltas con metralleta y ayudantes con portafolios de piel en transportes blindados. Sólo hay que recordar lo ocurrido con el libro La Sosa Nostra sobre los crímenes de Gerardo Sosa Catalán, el cacique que pone y quita rectores y moviliza transportistas de taxis o trailers. Retirado el libro de la circulación por secuestro de los ejemplares, el autor y el prologuista Granados Chapa fueron acusados y declarados culpables y sólo se salvaron luego de unos tres años de un fatigoso pleito legal. Los jueces de Hidalgo funcionan al son del cacique que quiere ser gobernador pero la regó al cambiarse al PAN. Su sobrino Erick renunciará a su cargo de Presidente Municipal de Acaxochitlán para irse al Congreso del Estado aunque casi nada haya hecho en su gestión, salvo agasajar a caciques y sicarios de la región tepehua-otomí. Para todo esto le estorba la Cooperativa El Ocotenco que lleva casi 15 años de defender el bosque y el manantial talado en gran escala por Pedro Canales protegido por SEMARNAT y PROFEPA. La inminente gira de campaña de Erick Sosa tendría que evitar el paso por los barrios recorridos por el festejo “Agua, Monte y Carnaval” organizado entre el 2 y el 12 de febrero por El Ocotenco luego de 60 años de suspensión en Zacacuautla, centro de la resistencia popular. Toda la fuerza del Estado contra una comunidad de 3 mil habitantes y un grupo de defensores del bosque sin más posesiones que su humilde trabajo.

            Erick Sosa difunde la especie de que El Ocotenco es violento y sirve a intereses sospechosos. En realidad no se explica el sobrino de Sosa Catalán, la solidaridad y apoyo de colectivos culturales de Hidalgo, Veracruz y del Distrito Federal que hicieron posible el carnaval a partir de un proyecto ganador de PACMYC con un apoyo de 40 mil pesos que alcanzaron para los voladores de Papantla, los tríos huastecos, la banda musical, los cuetes, las telas, cartón y pegamento de las máscaras y vestidos realizados en talleres infantiles durante enero. Los clamores de alarma por las órdenes de aprehensión contra Filiberta Nevado y Trinidad Templos, los ex delegados sin remuneración económica que ya han pasado por la cárcel demandados por el talamontes Canales, cunden por las organizaciones nacionales y extranjeras defensoras del ambiente. Las fianzas fijadas para seguir en libertad los procesos por ¡daño forestal! son excesivas: 90 mil pesos por cada uno. Esta semana se decide todo: o la libertad condicional para un proceso largo, molesto y costoso o la cárcel para quienes hacen lúcidas faenas colectivas desestimadas por jueces asustados por los caciques.      

18 febrero 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario