Alberto Híjar
Serrano
Hasta la Plaza México llegó el domingo 17 la ola expansiva
de la corrupción de las leyes. Chucho Morales que fuera novillero ejemplar y
luego atinado peón y su asesor, matador en retiro con muchos años de acompañar
al Señor Juez, parecían enloquecidos: dos orejas al rejoneador Hermoso quien
mató tan mal que descordó al toro como prueba de lo trasero del segundo
espadazo. El Juez concedió una oreja, el prepotente rejoneador se paró retador
en el centro del ruedo y obtuvo la segunda entre los chiflidos de los taurinos.
Con Talavantes fue peor porque luego de pinchar le concedió una oreja de la que
el valiente e imaginativo torero no se enteró por lo que le otorgó la otra y
¡el rabo! entre protestas tales, que el torero lo dejó en las manos del
alguacil. Fermín Spínola banderilleó espectacularmente luego de unos buenos
lances de recibo y un lucido quite. El tercer par de su segundo toro fue el
mejor porque la fuerte embestida lo obligó a ganarle la cara y gallear, es
decir, burlar la cornada para quedar colocado y clavar con un cambio perfecto.
La faena sin tanto ensimismo ni ahogo de las embestidas como la de Talavantes,
exprimió toda la escasa bravura quedándose quieto, ligando un muletazo con el
siguiente a base de aguante, intercalando adornos atinados y rematando con una
estocada suficiente y en buen sitio. Lo mejor de la tarde, pero el increíble
Señor Juez sólo concedió una oreja. Los españoles fueron sacados a hombros, los
mexicanos fueron despedidos con discretos aplausos incluyendo al joven Víctor
Mora que hizo lo que pudo y lo hizo bien.
Mejor
historia de vida para un juez de plaza que la de Chucho Morales no puede haber.
Pero el impacto de la plaza llena con 40 mil espectadores y las presiones de un
empresario sin más control que su arbitrariedad y los intereses de Miguelito
Alemán, tercero de la dinastía, achicaron al Señor Juez. Tal cual como en la
Suprema Corte y en los juzgados de Hidalgo donde los caciques ya no son de
horca y cuchillo, sino de escoltas con metralleta y ayudantes con portafolios
de piel en transportes blindados. Sólo hay que recordar lo ocurrido con el
libro La Sosa Nostra sobre los
crímenes de Gerardo Sosa Catalán, el cacique que pone y quita rectores y
moviliza transportistas de taxis o trailers. Retirado el libro de la
circulación por secuestro de los ejemplares, el autor y el prologuista Granados
Chapa fueron acusados y declarados culpables y sólo se salvaron luego de unos
tres años de un fatigoso pleito legal. Los jueces de Hidalgo funcionan al son
del cacique que quiere ser gobernador pero la regó al cambiarse al PAN. Su
sobrino Erick renunciará a su cargo de Presidente Municipal de Acaxochitlán
para irse al Congreso del Estado aunque casi nada haya hecho en su gestión,
salvo agasajar a caciques y sicarios de la región tepehua-otomí. Para todo esto
le estorba la Cooperativa El Ocotenco que lleva casi 15 años de defender el
bosque y el manantial talado en gran escala por Pedro Canales protegido por
SEMARNAT y PROFEPA. La inminente gira de campaña de Erick Sosa tendría que
evitar el paso por los barrios recorridos por el festejo “Agua, Monte y
Carnaval” organizado entre el 2 y el 12 de febrero por El Ocotenco luego de 60
años de suspensión en Zacacuautla, centro de la resistencia popular. Toda la
fuerza del Estado contra una comunidad de 3 mil habitantes y un grupo de
defensores del bosque sin más posesiones que su humilde trabajo.
Erick
Sosa difunde la especie de que El Ocotenco es violento y sirve a intereses
sospechosos. En realidad no se explica el sobrino de Sosa Catalán, la
solidaridad y apoyo de colectivos culturales de Hidalgo, Veracruz y del Distrito
Federal que hicieron posible el carnaval a partir de un proyecto ganador de
PACMYC con un apoyo de 40 mil pesos que alcanzaron para los voladores de
Papantla, los tríos huastecos, la banda musical, los cuetes, las telas, cartón
y pegamento de las máscaras y vestidos realizados en talleres infantiles
durante enero. Los clamores de alarma por las órdenes de aprehensión contra
Filiberta Nevado y Trinidad Templos, los ex delegados sin remuneración
económica que ya han pasado por la cárcel demandados por el talamontes Canales,
cunden por las organizaciones nacionales y extranjeras defensoras del ambiente.
Las fianzas fijadas para seguir en libertad los procesos por ¡daño forestal!
son excesivas: 90 mil pesos por cada uno. Esta semana se decide todo: o la libertad
condicional para un proceso largo, molesto y costoso o la cárcel para quienes
hacen lúcidas faenas colectivas desestimadas por jueces asustados por los
caciques.
18
febrero 2013
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